La historia de la luz de giro

La luz de giro tiene la particular historia de no haber nacido siendo precisamente una luz, sino que en sus comienzos se trababa de una simple varilla desplegable que se adaptaba a cualquier vehículo de la época.

A fines de la década  de 1920 y poco después de la inclusión de la luz de stop (que ya era de color rojo) la compañía alemana Bosch lanzó lo que tiempo después se transformaría en un elemento vital para la circulación de los vehículos.

Se trataba de un dispositivo electromagnético compuesto por varillas de unos 20 centímetros de largo que se alojaban en unas cajas metálicas ubicadas en los extremos del vehículo, las cuales se desplegaban al accionar un botón, manifestando la intención de doblar, por parte del conductor.
Tiempo después, estas varillas fueron reemplazadas por otras que emitían una luz roja posibilitando ser vistas en la oscuridad, las que dieron origen a su actual denominación. En ese entonces, sólo pertenecía al equipamiento opcional de los vehículos, pero paulatinamente las marcas más importantes las fueron introduciendo en sus modelos.

Los avances tecnológicos posibilitaron la irrupción de un sistema intermitente y el posterior recambio del color rojo (que se confundía con el stop) por el naranja. Promediando el siglo, los países europeos determinaron la inclusión obligatoria de la luz de giro de serie en todos los vehículos.

Otro aporte fue que ante el regreso de la columna de dirección a la posición primaria, la luz dejara de destellar. En la actualidad, las nuevas tendencias llevaron a la implementación en la luz de giro junto a las ópticas, formando un solo grupo con ellas, así como pequeños intermitentes en los laterales de la carrocería.

Este invento que va camino a cumplir 100 años, aún es indispensable. Si va a girar… avise con la luz de giro.